¿Cómo se llega a ser magistrado? ¿Basta con conocimiento y experiencia?

Institucionalmente, no solo en Colombia sino en muchos países del mundo, el tema de cómo deben ser elegidos los magistrados de las altas corporaciones de justicia es un asunto problemático, porque si la elección se deja en manos de organismos de carácter político, como el Congreso, hay un riesgo grande de que la justicia se pueda politizar, y si se deja en manos de las mismas cortes, bajo algún sistema de cooptación, como se ha hecho en Colombia, también se corre el riesgo de que los nombramientos se presten para todo tipo de favores, en lo que se ha denominado el “tu me eliges, yo te elijo”.

Lo que se espera es que resulte elegido siempre el mejor o la mejor candidata con los mayores méritos, pero, ¿basta con eso? ¿Es posible llegar a ser magistrado solo con la experiencia o el conocimiento o son indispensables siempre las conexiones o los favores políticos?

En el caso de las tres candidatas seleccionadas para remplazar a la magistrada de la Corte Constitucional Diana Fajardo, la Corte Suprema de Justicia hizo una selección por méritos que incluyó una convocatoria abierta a la que se inscribieron 89 candidatos, de los cuales, después de verificar que cumplían los requisitos, quedaron 52 y 18 fueron escuchados en una audiencia pública por la Sala Plena.

Ya en el Senado, es inevitable que los criterios políticos no influyan, pero, a juzgar por la información que se conoció en los medios de comunicación, no pesaron tanto en esta ocasión, porque no había muchos elementos que permitieran identificar a ninguna de las candidatas con algún sector político específico.

Eso sí, hubo un respaldo anunciado 24 horas antes de la elección por la mayoría de los partidos a la abogada Lina María Escobar, que finalmente resultó ser la elegida.

Visto así, se diría que se trató de una elección mayormente por mérito, pero no por eso depende solamente de que Escobar haya tenido una mejor hoja de vida que sus competidoras.

Tener una buena trayectoria pesa, por supuesto, pero hay miles de otros factores que pueden influir para que una persona pueda llegar a ser elegida magistrada de un alto tribunal, y en la medida que se manejen de manera consciente la mayoría de estos factores, seguramente las posibilidades de resultar elegido van a ser mucho mayores.

Es esencial, por ejemplo, una buena preparación, por ejemplo, de las intervenciones que se hacen ante la Corte y el Senado. Y no basta con conocer bien el derecho para destacarse, hay que conocer bien el contexto: qué les preocupa a los magistrados, qué les preocupa a los senadores y, sin renunciar a las convicciones propias, buscar cómo puede encajar lo que uno piensa dentro de esas preocupaciones.

Y otros puntos prácticos también pueden ser útiles, como saber, por ejemplo, que en el capitolio todo el mundo está hablando todo el tiempo, así que es necesario hablar fuerte y no dar demasiados rodeos, para hacerse entender con facilidad.

Muy distinto del de la Corte, en donde demostrar rigor y profundidad es mucho más decisivo.

Y está, por supuesto, la importancia de darse a conocer, porque nadie va a votar por alguien de quien no tiene la menor idea de su existencia.

Entonces, para ser magistrado de una alta corte sí se requiere conocimiento y trayectoria, pero también un factor esencial: la imagen. Una buena imagen le puede ayudar a un buen candidato a tener mejores opciones de quedarse con el puesto.

Por eso, para llegar a ser magistrado hay que tener también una buena estrategia de comunicación.

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